domingo, 29 de septiembre de 2013

Un recuerdo peruano que no te haga llorar

Cuando amanezca
en tu península peruana
mira al sur cuando amanezca.

Al mediodía y al volver a casa
si me ves mi amor no llega
mira al sur de la frontera.

En los crepúsculos distantes
donde dan las seis de la mañana
mira al sur que no despierta.

Y de noche amor no duermas
el habitante de la casa vacía
se moverá si no lo miras.

martes, 24 de septiembre de 2013

En la Biblioteca Nacional

La joven que acaba de llegar a la biblioteca nacional y que conversa con el encargado de orientar a los visitantes, ¿quién es?, ¿acaso la conozco?. Ella está a unos cuantos metros de mi mesa, pero yo no puedo ver su rostro. Revela sus datos: dice su nombre, dice su apellido, dice su dirección y muchas otras cosas que yo moriría por saber. Parece que se lleva bien con el hombre que hace unos minutos me llamó la atención por dormir sobre los libros.

Cumple con todos los requisitos; pero, ¿cómo no habría de cumplirlos? Da media vuelta y yo la distingo vagamente: una de esas jóvenes cuyo rostro se olvida después de unos minutos; unos rasgos imposibles de retener; una nariz, unos ojos, una boca, que solo se pueden apreciar individualmente. ¿Qué hace ahora la joven? Atraviesa arquitectura, música y fotografía. Y yo noto que es altiva, muy altiva. Y que no tiene reparos en vestir una blusa ligeramente transparente que de todos modos sería imposible de memorizar para un hombre.

¿Qué sentimientos despierta en mí esta joven? Yo no lo sé con seguridad. Pero sí creo que despierta una ligera conmoción en la Biblioteca Nacional. A pesar de que no sea dueña, de ninguna manera, de un rostro amigo (ahora se encuentra en literatura repasando el contenido de los tomos); este es un rostro venerable pero no amigo, que me origina una brutal desconfianza (permanece en literatura, tiene en sus manos un libro que si más no recuerdo es de Cervantes, ¿o de Quevedo?).

Hay personas a quienes basta ver una sola vez para saberlas amigas. Esta joven tristemente no lo es. Y ahora desaparece de mi rango de visión. Habrá ido a sentarse más lejos, o continuará buceando entre estos malhumorados tomos, que odian ser molestados. Andrew se fue hace un par de horas diciendo que no podía leer rodeado de libros que no dejaban de mirarlo.

FIN


La joven lee tranquilamente con una mano en el libro y la otra en la frente, y yo me doy cuenta que realmente confío en ella.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Nacimiento del Fauno

Querida enemiga de la prudencia y las buenas costumbres:

Me pides que deje la noche y la bebida, el comer a deshoras, y a tanta mujer que no me pertenece; me pides que abandone mi vida a cambio de escribir un libro; me pides disimuladamente que haga acopio de fuerzas y me dediqué a crear esa obra que asegurará mi futuro y me pondrá en el horizonte del mundo del arte y la literatura. Ante ello, y con todo el amor que tengo, te respondo como sigue:

En primer lugar, ¿de qué habría de escribir yo? Yo no tengo una actitud frente a la vida, yo me dejo llevar como una botella en el mar y siempre despierto donde menos me lo espero. Yo me uno al grupo, salto a la cola, o me enlisto en alguna empresa, pero jamás inicio nada porque el entusiasmo que llevo no me da para tanto. Tú sabes como nadie que soy un trashumante, que no cultivo las amistades ni me quedo mucho tiempo en ningún lugar. Conmigo solo llevo mis viejos zapatos, mi peine en el bolsillo, y unos cuantos versos que sé de memoria. Y si hay algo anterior a eso, de lo que podría decirse dentro mío, de lo que conozco y domino, es la tristeza. Una tristeza visceral es la que llevo, una tristeza como de Dios. Porque siempre sospeché que Dios era algo así como una presencia muy triste. Y eso dice mucho de mí. Yo busco la tristeza en todas partes y si no la encuentro la fabrico, ya que soy incapaz de vivir en la felicidad y en la opulencia. Y si yo escribiera sobre esta tristeza, estaría cayendo en la negación: no se trata de rumiar nuestras penas en forma de libro, sino de encontrarles una solución y un sentido que pueda serle útil a las personas.

Gracias por preocuparte por mi salud (ya casi nadie lo hace), pero bien sabes que es lo menos importante de las cosas más importantes. Nos han hecho creer que tener una salud de hierro equivale a comprar la felicidad cuando la felicidad hay que arrancarla de nuestro ser. Recuerda que los verdaderos bohemios mueren temprano. Te cuento que esto de entregarse a la bohemia es una labor muy mal pagada en esta país. Ya que eres de mente abierta te diré que hace poco conocí a una lorette y quedé muy decepcionado. Es imposible convivir con lorettes tan venidas a menos, a este paso solo nos quedarán las muchachas puras y castas, casi deseosas de terminar con el corazón roto y los vestidos rasgados.

Yo no soy escritor más que de cosas sabidas, y por si fuera poco hoy escribo y mañana no, pasado mañana escribo y luego me olvido hasta la siguiente semana. ¿Qué forma tendría mi libro? Sería lo más parecido a una bitácora de esas que solo hablan de sus amores y de sus inmoralidades, y yo aún creo en el coraje, en el orgullo y en el valor, y creo además que solo se puede querer lo que es valioso por estas cualidades. Además, uno es fiel reflejo de lo que escribe y yo practico la No-Virtud en cada uno de mis actos.

Hay algo que quiero preguntarte: ¿consideras que llevas una vida agitada?

Lo digo porque la otra noche me puse a pensar en que, sinceramente, mi vida es lo menos interesante que hay. No me suceden cosas extraordinarias, ni viajo mucho, ni tengo tantos amores, amigos o empleos. Y sin embargo, yo siento mi vida en verdad agitada, como una epopeya griega o un cataclismo bíblico. Nunca he tenido un periodo de calma, de serenidad, de pausa, y ya no recuerdo la última semana que no estuve deprimido ni me emborraché hasta las náuseas.

¿Es esta la vida de un escritor disciplinado, metódico, cerebral? No. Pero esta es la vida que elegí y puedo asegurarte que nadie me obligó a nada. No te digo que no me arrepiento de nada, porque me arrepiento de todo, pero siempre he creído que uno no debe hacer lo que no tiene el deseo de hacer, y es así como me dirijo. Y ahora no tengo ganas de escribir sino cuando una fulminante descarga en forma de idea me asalta en la cabeza. Tendrías que asistir a ello, es algo hermoso. Es mejor que la cerveza, pero no tan bueno como hacerte el amor. Suerte, querida, y saludos a la familia.

Atentamente, el verdadero amor de tu vida
el Fauno