Son
tres los libros que llevo conmigo en este viaje: un tomo de las
poesías de Walt Whitman; Del sentimiento trágico de la vida,
escrito por Miguel de Unamuno, y un curioso y diminuto libro llamado
Los amores tardíos, de Pío Baroja.
Un
poemario, un libro de ensayos y una novelita. ¿Qué puedo decir yo sobre estos libros? Puedo decir, para
comenzar, que uno es rojo, el otro verde y el tercero blanco,
aunque algo descolorido por la vejez implacable. Este último es el único que está
forrado. Yo creo que es imposible dejar de sentir un cariño especial
por un libro llamado Los amores tardíos.
Es
verde Del sentimiento trágico de la vida, la terrible colección de
ensayos de Unamuno. Tiene la portada roída y se descascara más cada
día. Yo atisbo que no dudará mucho. Padece de una rotura
en una de sus esquinas inferiores, la cual amenaza con extenderse por
toda la tapa. Y es que este libro es tan doloroso, tan
descorazonado, tan falto de bondad, que uno llegar a sentir respeto y admiración en sus páginas, pero de ninguna manera amor.
Por
último, es rojo el libro con los poemas de Whitman. Este es un libro
poderoso. Lo es por fuera, posee una resistente tapa con letras
doradas; lo es por dentro: un libro tan decidido que no necesita de
la rima para ahondar en uno; un libro que, de masificarse, cambiaría
el mundo.
"Soledad
es misteriosa, no solo para los demás, sino para sí misma. A
ella no le gusta que se lo digan. No comprende la impresión que produce. Si el ciprés pudiera hablar,
diría: «¿Por qué me encuentran a mí triste?».
Probablemente la rosa, si pudiera también hablar, se asombraría de
que la encontraran exuberante".
Los amores tardíos, Pío Baroja
Los amores tardíos, Pío Baroja