Te digo la
verdad, no sé cuánto tiempo vaya a durarme esta cordura. Ahora
estoy sereno, pero hace unos momentos me vinieron unos arrebatos en
los que no quiero pensar. Quien quiera que haya puesto en mí este mecanismo para reconocerte hizo un buen trabajo. Te
reconozco, y aun ahora, te veo.
Te digo otra cosa: me gustan los pies porque siempre necesitan abrigo; son como niños a
quienes descuidamos después de comprarles la ropa y los juguetes. Pero
ellos necesitan de nosotros, necesitan abrigo. Me gustan los pies
porque son fuertes y ágiles y nos llevan a todos lados. Porque hasta
en una importante reunión uno puede jugar con sus pies sin perder la
mesura. Quiero que sepas que yo no puedo dormir con medias. Mi madre
me quitaba las medias antes de dormir cuando era niño y es por eso
que nunca duermo con ellas. Cuando siento frío en el cuerpo, me abrigo
los pies con una manta y el frío desaparece.
Del mismo modo, yo quisiera conocer tus manías, tus juegos, tus pecados, tus vicios
secretos. Yo quisiera verte sin luz y empezar a dibujarte a partir de
tu voz, tu olor y tu cuerpo.
Yo
quisiera conocerte toda. Y si eres desconfiada niégame el trato y
aún así te conoceré cuando recorra tu cuerpo. Yo te provocaré
hasta que la impaciencia te derrote y te amaré tiernamente porque
para eso te esperé tanto tiempo. ¡Vaya que ha sido un largo tiempo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario