lunes, 27 de enero de 2014

Las estrellas de Lima

Habían cuarenta y siete estrellas, aunque nadie lo creía. Si te hubiesen corregido: “Hay treinta y cinco, yo también las he contado”, o al menos dicho lo que sentían: “Yo creo que hay más”, “Me parece que no hay tantas”; eso hubiera estado bien. Pero no, nadie preguntaba: “¿Cómo puede haber ese número de estrellas?”, pero lo que sí decían: “¿Cuarenta y siete? Sí, seguro”, que era la peor de las respuestas. Y es que el tiempo ya no se emplea en contar estrellas, en conocerlas o en formar constelaciones con ellas. Hoy en día se hace un mejor uso del tiempo. Y nadie ha visto visto jamás una constelación de estrellas.

Ninguno tiene la culpa. Sabes que si las contaste repetidas veces en tu balcón para estar seguro de cuántas eran y descubriste que, en esta ciudad, las estrellas solo aparecen en el verano, fue porque tenías alguien con quien conversar y no te sentías solo. Y así era agradable primero pactar y luego salir a la hora indicada y mirar las estrellas mientras esperabas, sin ansiedad, sin apuro, porque una señorita debe llegar siempre tarde a sus citas. Y también descubriste que la única manera de contar estrellas es fijar la mirada en un sector del cielo, y después en otro, y así hasta completarlo, porque hay estrellas que no se muestran a primera vista, que se encienden y apagan de un momento a otro.


Hay otras maneras de observar estrellas, a veces incluso muchísimas más; pero esas estrellas ya no cuentan, porque su aparición es artificial y condicionada, y de ninguna manera podrían por ejemplo guiar a un viajero en la noche: por lo que concluimos que desde nuestro balcón se pueden apreciar cuarenta y siete estrellas durante el verano; concluimos también que no es el mismo número para todos los rincones de la tierra, y por último, que nos encantaría encontrar a alguien interesado en discrepar con nosotros.

martes, 21 de enero de 2014

Predicciones para el 2014

A mí me suceden cosas. Esta vez he conocido a una joven gitana, húngara ella. Tenía unos naturales cabellos bermejos, aunque la mayoría de sus rasgos nórdicos habían sido apaciguados por nuestro pobre clima. Luego de unos minutos de charla, me dijo que todo indicaba que yo era un cáncer, en el buen sentido. Yo quedé desde luego maravillado y permanecí los siguientes minutos muy atento mientras me daba cuenta de los pueblos húngaros, de sus tradiciones, de los verdaderos brujos de esa parte del mundo, y de lo que habían previsto que sucedería el 2014.

Debo decir que nada más separarme de la gitana los astros se pusieron de su parte y comenzaron a acosarme con preguntas de este tipo: “Siempre quisiste ir a Hungría, ¿verdad?”. Yo, como no podía de ser otra manera, no pude negarlo. Así que para demostrar a la gitanilla que soy hombre de mundo, ínclito, y ni los conocimientos astrales me son ajenos, vayan pues estas predicciones, con la advertencia de que permanezcan en el más estrecho de los círculos, a fin de preservar el orden natural de las cosas.

1) Júpiter ingresará al territorio de Cáncer a inicios del año, lo cual desencadenará fuertes precipitaciones en la costa central de nuestro país. Se paralizarán varios proyectos de canales y acueductos, pero los regadíos se verán favorecidos. Las crecidas encontrarán a nuestras autoridades ocupadas en otros quehaceres, de gran importancia, no para el país, sino para su equilibrio físico y mental. Por otro lado, la peculiar atmósfera que experimentaremos propiciará los reencuentros y las reconciliaciones; en cambio, las relaciones estables pasarán serios apuros combatiendo inusuales estados de ánimo en sus parejas.

Durante este periodo, no faltarán personajes que nos harán recordar hasta donde es capaz de llegar la bajeza humana.

2) Sobrevendrá la tragedia —no la mayor del año— cuando la Corte Internacional de La Haya dicte su veredicto. Los territorios del sur del país serán vejados de mil maneras por el país vecino. Y sin embargo, los astros advierten que esta información pasará desapercibida, debido a la influencia de un grupo de personas, quienes intentarán enterrarla para siempre en el mausoleo de la Historia. Los ciclos lunares determinarán el éxito o el fracaso de esta tentativa.

3) Un evento internacional a mediados de año generará un repunte en la economía. Nuestras instruidas autoridades no dejarán de advertirlo.

Durante estos meses proliferarán los rompimientos en las relaciones y en los compromisos ya pactados. Pero esto será pasajero, porque con la llegada de Júpiter al signo de Leo los hombres volverán a sus hogares. Las mujeres serán propensas a la reconciliación, y guardarán solo para sí aquellas aventuras vividas en tiempos de debilidad. Los hombres harán cura de silencio alrededor del mundo sobre este tema.

4) En el mes de septiembre ocurrirá la mayor tragedia del año: un personaje muy importante, del signo de Acuario, morirá en circunstancias brumosas. Se desplegarán grandes operativos para capturar al homicida. Tres semanas después del asesinato, este será atrapado tratando de salir del país. Se le condenará a treinta y ocho años de cárcel efectiva, y su familia será repudiada por varias generaciones. Sin embargo, aquella sonriente dama no será la verdadera asesina.

5) Las elecciones municipales se llevarán a cabo con normalidad. Una peculiar alineación de los planetas afectará directamente el ánimo de los votantes, quienes acudirán a las urnas con inusual entusiasmo. Solo por esta razón la suerte favorecerá al candidato más conservador, el mismo que llevará a su partido a la alcaldía de Lima, nuevamente, después de algunas décadas.

6) La última parte del año estará marcada por la moderación. En comparación con los últimos años, las celebraciones serán bastante mesuradas. Quienes decidan ir contra esta corriente padecerán terribles males. Pero en general, la familia peruana entrará en un periodo de unión y prosperidad, el último que verá nuestra generación. Después comenzará, intempestivamente, una época de revoluciones, y una nueva república nacerá de entre los pueblos olvidados de los países del Sur.


Sean estas pues mis predicciones para el año entrante. Valga aclarar que solo coincidimos en uno o dos puntos con nuestra compañera gitana. Está llena de virtudes, pero es un hecho que nuestro país desafía todos los tratados y leyes dados a otros pueblos; y solo unos pocos hombres a lo largo de la historia lo han entendido realmente. Yo, con humildad, me considero uno de ellos. 

Por último, debo decir que mis predicciones solo fallaron en una oportunidad: cuando advertí que tras el terremoto del 2007 solo las buenas almas se salvarían. Y ahora sí he de marcharme a darle visos a cierta gitana de lo inevitable del cruce de nuestras culturas y, ¿por qué no?, de nuestras sangres. Y sea la paz con el mundo entero.

martes, 14 de enero de 2014

Estela

Os digo, pues, que sois unas descaradas y unas bribonzuelas, etc. Etcétera: Jonathan Swift era, como todo inglés, un hombre muy abocado a las labores mundanas; nunca terminaba de contarle a Estela cuantas cosas había hecho durante el día; por eso, solía terminar sus cartas con un etcétera.

A diferencia, por ejemplo, de Napoleón, quien le rogaba a Josefina que se dignara a escribirle, Jonathan Swift no podía aceptar que Estela estuviera sobre él en su correspondencia. Llevo cinco, y tú apenas dos. No esperes ganarme, le recordaba.

Para no turbarle demasiado los ojos, animaba a Estela a dejarse leer las cartas por la criada, ocasión que aprovechaba para colocar mensajes que debían permanecer ocultos a su amada: He olvidado deciros que compré seis libras de chocolate para Estela, o para amonestarle su curiosidad: No leas esto, bribonzuela.

Jonathan Swift era mayor que Estela por unos quince años: una diferencia tentadora para cualquiera. Pero su pasión no declinó en la madurez; se volvió serena y prudente: No, no prometo mandaros una carta cada semana, pero escribiré todas las noches y cuando vuelvas, te mostraré.

Sabemos que lo ordinario y lo extraordinario de un hombre provienen siempre de su pasión amorosa. Acabamos de mencionar la tragedia de Napoleón. Es lo de menos. Porque Napoleón, mientras conquistaba las costas italianas, al mando de treinta mil hombres, sacrificaba una hora de su descanso para escribirle a Josefina, que se entretenía allá en París entregándose a jóvenes y atractivos militares: Ojalá que el destino concentre todas las penas y todos los dolores sobre mi corazón y dé a mi Josefina días prósperos y felices. Y es que ¿cómo dominar, pues, los destinos de naciones enteras, sin un alma a la cual rendirle cuentas?


Napoleón, con todo su genio, tardó un matrimonio, una infinidad de sufrimientos y acaso toda una vida en descubrir lo que Jonathan Swift columbrara tan pronto. En Los viajes de Gulliver descansa este pasaje: Pues es máxima aceptada que entre gentes de buena crianza una esposa debe ser siempre una compañera agradable y juiciosa, ya que no puede conservarse joven toda la vida. Y habiendo alcanzado, como pocas veces sucede, algo similar a una respuesta, damos fin a estas disquisiciones, que ya llevaban algunos días alborotando nuestros pensamientos.

miércoles, 8 de enero de 2014

Sutilezas de amantes

Mi Amada, nuestros viajes, nuestras flores
el sol divino, las tardes de múltiples colores.
La rueda desgastada de nuestras vidas
el amor como un amor de hojas caídas.
Mi Amada, el cielo azul, el cálido alborozo
tus vestidos, mis corbatas, nuestro gozo.
Las tardes celestiales, la casa defendida
el dulce cielo eterno, la felicidad rendida.
¿Recuerdas nuestro viejo amar incierto?
Los pasos temblorosos, ¿el miedo al descubierto?
La soledad de los demás nos encerraba
y el frío mundo, ajeno, recelaba.
¿Quién pudiera predecir en ese entonces?
Tanto juego, tanta vida, tantos goces.
Y una noche que se nos hacía interminable
¡pero la mañana rencorosa, fría, inevitable! 
Mi Amada, tus pasteles, mis zapatos
los mensajes ocultos tras los platos.
Las imborrables tardes en el verdor nuestro patio

los libros que leímos, los viajes al espacio.