miércoles, 17 de abril de 2013

Maneras de vivir

Yo no me siento digno de mis aspiraciones. Es por eso que planeo educar mi sensibilidad, moderar mis falencias y dominar mis habilidades. Todo está bien, hasta que descubro que ignoro cómo hacerlo, y me entristezco. Esta lectura es acertada: porque yo, más que enfurecerme o desesperarme, me entristezco. Mientras viva, yo me seguiré entristeciendo, a causa de mis aspiraciones.

Antes ya fui triste, ¡tantas veces triste! Si el dolor se acumulara, ya hubiera muerto. Gracias a Dios, cada mañana, el sufrimiento se reinicia. Pero lo que sí se acumula es la frustración. Nada, a excepción del hombre, puede retener tanta frustración. Pareciera que se empozara en la sangre, en los huesos, en los nervios, en los intestinos, en las cloacas, y nunca terminara llenar todas las habitaciones.

Yo soy un ser repleto de frustración, incapaz de concluir cualquier empresa. Mis intentos se ahogan apenas deduzco que es posible el fracaso. Pero siempre es posible el fracaso. ¡Y todo por mis aspiraciones! Yo me pregunto si los demás hombres también viven de esta manera. O si viven en las nubes, despreocupados del mundo, agradecidos de su suerte. Es una mejor manera de vivir. Acabará con el mundo, pero es una buena manera de vivir.

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