Existe
una dama de muy mal genio, bastante caprichosa, llamada Circunstancias.
Suele confundírsele con la Mala Suerte, que es otra dama con el
mismo talante, y que a diferencia de la primera, duerme hasta tarde y
solo trabaja medio día. De Circunstancias vale decir que es
precavida: nunca concede nada sin anotarlo en una libreta de
infinitas páginas que guarda celosamente en su cartera.
Sucede
que Circunstancias se me presentó hace no mucho, al volver del
trabajo, y ya no recuerdo si fue en forma de libro, de rumor o desvarío, pero puso estas palabras en mi boca: vaga
melancolía.
Circunstancias hizo bien su trabajo, y yo quedé muy
interesado con sus palabras.
Pero,
¿qué es esto de la vaga melancolía? Suena como a una estela de tristeza, pero no
una tristeza vulgar y corriente, sino una tristeza dulce y serena,
una tristeza que se lleva bien, libre de sobresaltos, una tristeza ligera, sensible apenas; una estela de tristeza
imperecedera. ¿Aceptaría usted ser mi vaga melancolía?
Fue
muy emocionante pasar una temporada tratando de hallar a mi vaga
melancolía. Yo tengo que agradecérselo a la señorita
Circunstancias. ¿Preguntan si al
fin encontré mi vaga melancolía? Yo tengo que contar, yo no soy
hombre dado a la mentira cuando escribo, y debo decir que sí.
Esta
pequeña melancolía tuvo gran efecto sobre mí. ¿Sería usted mi vaga melancolía? Músculos que se fortalecen como los del niño que empieza a darse a
la buena alimentación. Yo creo que nunca estuve tan bien como cuando
caminaba con mi vaga melancolía al lado.
Pero
ya va siendo tarde para nosotros y el Diablo tenía razón cuando
decía que nada nos asegura que volveremos a estar
presentes mañana. Y yo tengo que decir también esto: perdí a mi
vaga melancolía. Y la pena dulce y serena vino a ser reemplazada por
una pena grande, voraz, viciosa, con mucha pericia en hacerse sentir
dentro de las personas. Sinceramente, cuánto me gustaría que usted fuera mi vaga melancolía.
Circunstancias
es una dama muy calculadora que no suele dejar cabos sueltos. Y ahora
nosotros tenemos que ser fuertes y recordar que circunstancias no es
lo mismo que mala suerte. Y salir a caminar, y distraernos, y viajar,
conocer gente, y esas cosas que hacen desaparecer la pena y la
melancolía.
Es hora de decirle adiós a la vaga melancolía. Desde luego, eso no quita todo lo bueno ni todo el agradecimiento que sentimos hacia usted por su acompañarnos, por haber sido la mejor de nuestras melancolías. ¿Y si usted fuera mi vaga melancolía? Tiene usted cualidades que yo aprecio mucho, yo creo que es la más indicada para serlo.
Es hora de decirle adiós a la vaga melancolía. Desde luego, eso no quita todo lo bueno ni todo el agradecimiento que sentimos hacia usted por su acompañarnos, por haber sido la mejor de nuestras melancolías. ¿Y si usted fuera mi vaga melancolía? Tiene usted cualidades que yo aprecio mucho, yo creo que es la más indicada para serlo.
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