sábado, 29 de diciembre de 2012

Donde se cuenta parte de la gracia del Príncipe de los Ingenios


El Quijote es un libro poderoso. Invoca el recuerdo de una vieja pluma desgarrando toneladas de papel. Pero la convicción de aquella pluma es tal que termina por controlar su ira y posarse para escribir. Así es como la pluma consigue atravesar el tiempo y llegar hasta nuestros días. La tinta permanece fresca. Donde fuera que Cervantes intentó llegar, estuvo más cerca que ninguno.

Es el poder de la convicción lo que brinda poder a este libro. De ahí que se convirtiera en el primero de su clase. Un libro escrito por la necesidad de contar algo, de trasladar al papel una parte del alma que se volvió dolorosa. Rompe con la tradición de escribir en busca de fama, dinero y nombre. Cervantes fue el primer escritor en lengua española que dejó algo que merece ser recordado. Descendemos de sus convicciones.

Alonso Quijano decide un día volverse loco y dejar su pueblo en busca de aventuras. Adopta el nombre del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Decide también inventarse una amada a quien dedicarle todas sus futuras hazañas; la nombra Dulcinea del Toboso. Decide la compañía de Sancho Panza, un escudero fiel, noble y temeroso, como lo dictan las leyes de la caballería. Por último, decide pelear en contra de gigantes, rescatar desdichadas damiselas, pacificar reinos enfrascados en legendarias guerras, socorrer a las víctimas de las peores injusticias; todo únicamente con la fuerza de su brazo. Las personas piensan que se volvió loco de tanto leer novelas de caballería.  

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